PRELATURA DE ILLAPEL -Región de Coquimbo, CHILE-

 

JESÚS DA VIDA

como el grano que muere y fructifica

Es necesario morir para entregar fruto. El que se encierra en sí mismo, el que se guarda a sí mismo, queda infecundo. Es ley de naturaleza y de gracia. El que quiera guardar su vida, la pierde. El que pasa por la vida sin morir, no deja estela. La vida no se compone de objetos que se consumen, sino de surcos en los que te siembras. El consumista se embota y se endurece y termina cosificándose; de sus entrañas duras nunca brotará la flor. Pero el que pierde la vida, la gana. Cada entrega se convierte en sementera. De sus entrañas brotará el agua vivificante. Crea vida, da vida a los demás, es claro, son los hijos del amor, son los frutos de sus entrañas. Pero, a la vez, se va llenando él mismo de vida, que ya no muere, que se prolonga en sus frutos -«el que tiene un hijo ya no muere»-, y se llena de espíritu, hasta la transfiguración, la vida resucitado.

 

D O M I N G O   D E   R A M O S

 

 

 

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         SALAMANCA en lo alto del Valle del Choapa... muy cerca del cielo